martes, 11 de noviembre de 2008

El final de una etapa...

Pocas veces hasta ahora he estado tan seguro, de estar en medio de un autentico cambio en mi vida...



Vas creciendo, y la vida te regala una experiencia tras otra, novias, amigos, trabajos... Te ayudan a crecer, pero se van quedando en el camino. He tenido suerte, y casi siempre las cosas me han ido bien. Me he esforzado en mi vida profesional, he trabajado en multitud de empresas de caracteres bien diferentes, por tal de hacerme una trayectoria seria y profesional, que me abriese las puertas de cualquier establecimiento, Pastelería, Panadería o restaurante, tanto en España como fuera de aquí. Y creo que a mis 33 años de edad empiezo a estar minimamente seguro de mi mismo.


Tras un año lleno de proyectos, de conocer gente increíble, como Jordi y Verónica, que me acogieron casi dos meses en su casa, mientras preparamos una copa del mundo de heladería, también Antonio Sirvent y Carlos Arribas, ejemplo de generosidad, curiosidad y espíritu de sacrificio, personas con una capacidad de ilusionarse sin limite, y en los que siempre tendré una referencia vital y profesional, he sido capaz de dar un verdadero salto al vació y reorientar mi carrera hacia donde de verdad he encontrado lo que me llena e ilusiona.


Llevo toda una vida entre pan, croissants, ganaches i mousses de chocolate, disfrutando y estudiando la fabricación, el acabado, el conocimiento de la materia prima, y esforzándome en conseguir entender todos los procesos que hacen una fabricación eficiente y disciplinada, eso es la pastelería!

Al mismo tiempo un campo desconocido para mi, la cocina dulce, cada vez llamaba mi atención con mas fuerza. Parecía que para el postre en plato, todas las técnicas en las que yo me había centrado, no eran importantes, la conservación, la estabilización de las cremas y mousses o una estructura concreta de un bizcocho no eran determinantes para un buen resultado... Y aunque no sea del todo cierto, la verdad es que hay un aspecto que si está por encima de todos estos a la hora de conseguir un buen postre de restaurante, es el sabor... y por supuesto las texturas y temperaturas juegan un papel importante, lo cual abre un abanico de posibilidades casi sin limites a la hora de presentar nuevos trabajos.



Este verano, he tenido la suerte i el honor de trabajar contratado en la partida de postres del Restaurant Sant Pau, en Sant Pol de Mar. Ha sido mi primera experiencia en cocina, y ha resultado extremadamente positiva. Trabajar para Carme Ruscalleda, y poder conocer su cocina ya es una experiencia recomendable en todos los aspectos, ya que la calidad humana y profesional de Carme es innegable. Las instalaciones del restaurante y el entorno que lo rodea, hacen que cada mañana al ir al trabajo llegues con la ilusión, y las ganas del primer día



también me he encontrado, con compañeros de trabajo, tanto en sala como en cocina, que han hecho que este verano en Sant Pol se haya convertido en uno de los veranos de mi vida. Gente que ama su profesión y trabaja incansablemente, con una capacidad y entrega intachables, pero que al mismo tiempo saben disfrutar de la vida y de la amistad, aprovechando cualquier ocasión para convertir en una fiesta el poco tiempo libre del que disponían.



Definitivamente mi vida profesional estará ligada a la cocina dulce, y a los restaurantes. De momento los proyectos de conocer otras cocinas y visitar los mejores restaurantes del mundo, son una inyección de ganas e ilusión, que hacen que siga preparándome, estudiando e ilusionandome con un oficio, que quien sabe hacia donde me llevará...